Déjame contarte algo que me pasó hace unos días. Iba en el coche con mi hija de 13 años, todavía con esa sensación de frustración en el pecho.
Había olvidado una cita médica importante. Yo. La persona que siempre tiene todo organizado, con recordatorios en el móvil, en la agenda, en la mente… ¡Y aún así, se me pasó!
Mientras manejaba, le contaba a mi hija lo molesta que estaba conmigo misma:
«¿Cómo pude olvidar algo tan importante? Esto no soy yo. No entiendo qué me pasó.»
Mi hija, con esa sabiduría que a veces te desarma, me miró y me dijo:
«Mamá, permítete fallar de vez en cuando.»
Casi freno en seco.
Permítete fallar de vez en cuando.
No sé si alguna vez has sentido que el universo entero te está dando una lección a través de la boca de alguien más. Pero en ese momento, mi hija me regaló algo que no sabía que necesitaba: permiso para no ser perfecta.
Porque, ¿sabes qué? Los padres y madres a menudo cargamos con una presión invisible. Nos exigimos ser ejemplo, guías, apoyo, organizadores… todo. Creemos que nuestra «perfección» es lo que necesita nuestra familia. Pero no es así.
Nuestros hijos necesitan ver que también nos equivocamos, que pedimos perdón, que nos reímos de nosotros mismos y que seguimos adelante. Porque eso les enseña que fallar no es el fin del mundo.
Esa tarde me di cuenta de que, al olvidarme de esa cita, también le estaba mostrando a mi hija cómo lidiar con los errores: con autocompasión, con humanidad.
Así que hoy quiero recordarte esto: fallar es parte del proceso. Es la oportunidad de crecer, de reírnos de nuestras expectativas irreales y de volver a intentarlo.
Si alguna vez has sentido que no das la talla o que necesitas cumplir con todos los roles de manera perfecta, déjame ser yo quien te diga esto:
Permítete fallar de vez en cuando.
No solo por ti, sino por ellos, quienes te miran con ojos llenos de amor, incluso cuando te equivocas.
Muchas gracias por leerme.
¿Te ha pasado algo parecido? Responde a este correo, me encantaría saberlo.
Te abrazo infinito,
Audrey
P.D. Si sientes que este mensaje puede ayudar a otra mamá o papá que necesita «permiso para fallar,» compártelo. Todos necesitamos un recordatorio de que no somos máquinas.